Todo tiene un precio
Hay verdades que, aunque duelan, merecen ser dichas.
Y esta es una de ellas:
Todo en la vida tiene un precio. Siempre.
Para conseguir algo.
Para resolver un problema.
Para no hacer nada y quedarte como estás.
Siempre pagas.
A veces se paga con esfuerzo.
Otras, con tiempo.
Con frustraciones, con dudas, con incomodidad emocional o física.
Con decisiones difíciles.
Con días en los que no sabes si lo estás haciendo bien, pero aún así… sigues.
Quizá nadie te lo ha explicado así, pero es una ley silenciosa que rige todo:
Si quieres algo tienes que pagar el precio.
Y lo curioso es que no solo se paga por actuar. También se paga, y muy caro, por no actuar.
El precio de no cuidarte hoy… lo pagas mañana con tu salud.
El precio de no estudiar hoy… lo pagas con la oportunidad que pierdes más adelante por no estar preparado.
El precio de no tener un rumbo claro… lo pagas en forma de desgaste, ansiedad y estancamiento.
No se nota el primer día.
Pero se acumula.
Y un día, pesa.
Esta ley no es nueva. Está en la filosofía estoica, cuando Marco Aurelio decía que toda elección implica una renuncia.
Está en la economía, con el concepto del coste de oportunidad.
Está en los libros de desarrollo personal, en el coaching, en los entrenadores de élite…
Y está en los consejos que ya te daba tu abuela:
El que algo quiere algo le cuesta
Y cuando te olvidas de esta ley, la vida te lo recuerda… a su manera.
¿Donde suele fallar la gente?
1. Querer conseguir algo sin pagar su precio.
El mayor autoengaño.
Nos encantan los atajos. Lo fácil. Por eso proliferan tanto los cursos vende humos.
Pero cada vez que alguien te prometa resultados sin esfuerzo, desconfía.
Lo barato suele salir caro.
Incluso cuando decides no gastar en material o recursos para preparar la oposición. Cuando aún crees que eso es un coste y no lo ves como una inversión. Acabarás pagando el triple: con tu dinero, con tu tiempo… y con tu frustración.
Cuando decides opositar es un “all in” de manual.
Y puede que haya distintas formas de pagar un precio, elige la que te resulte más llevadera, pero no creas que puedes evitar pagar.
2. Pagar el precio que tú crees, en vez del que realmente es.
El opositor que dice “con este ritmo llego aunque no haga repasos”.
El que “se sabe el tema” pero nunca ha hecho test o al contrario el que quiere aprobar solo haciendo test.
No se trata de cuánto te gustaría pagar.
Se trata de lo que de verdad cuesta lo que quieres.
3. Confundir el precio de algo con el precio de optar a algo.
Hay cosas donde entra en juego el azar. Pero eso no significa que no haya que pagar un precio antes. Pero ya sobre el azar hablaremos más adelante en el curso, porque es importante entenderlo.
4. Sufrir más por no pagar el precio del cambio.
Hay veces que sabes lo que tienes que hacer… pero no lo haces.
Por miedo. Por evitar el dolor.
Aguantas relaciones tóxicas, situaciones que te hunden, dinámicas que te apagan. Al final te quedas en la situación por no tomar la decisión, porque también tiene un precio, tener una conversación difícil, herir los sentimientos de alguien, el coste emocional al vivir momentos incómodos, etc..
¿Y qué tiene que ver esto con el curso?
Muchísimo.
Porque opositar tiene un precio. Y no hacerlo bien, también.
Pagarás con horas que no vuelven.
Con cansancio mental.
Con menos tiempo para los tuyos.
Con decisiones difíciles.
Pero también puedes pagar el precio de ir a ciegas, de improvisar, de sentirte perdido.
Y ese precio es más alto.
Porque desgasta. Porque frustra. Porque no lleva a ningún sitio.
Y por eso hacer este curso también tiene un precio.
No hablo de los 29 euros que cuesta en este lanzamiento
El verdadero precio es otro:
Mirarte de frente.
Cambiar de perspectiva
Aplicar lo que aprendes.
Tomarte en serio tu camino.
Y no hacer el curso también tiene un precio
Este curso no es una solución mágica.
Es una guía para hacer las cosas bien.
Un sistema para quien ya ha decidido dejar de improvisar y quiere avanzar de verdad.
Porque si ya vas a pagar un precio —en tiempo, energía, emociones— que al menos ese precio te acerque a tu meta.
Y recuerda:
Una cosa es lo que cuesta, y otra muy distinta lo que vale.
Este curso cuesta poco.
Pero vale mucho.
Porque puede darte la claridad, la estructura y la mentalidad que necesitas para dejar de caminar a ciegas.
Y empezar a avanzar con sentido. Con método y mindset adecuado.
Si ya has decidido opositar…
Hazlo bien.
Y paga el precio que de verdad te lleve a donde quieres estar.